Es increíble cómo pasa el tiempo. Me queda prácticamente un mes y monedas para emprender el viaje. Estoy un poco nervioso y triste pero a la vez ansioso por empezar de nuevo allá y descubrir un país, una cultura y un sin fin de oportunidades que se me pueden aparecer en mi camino y que van a depender de mí saber aprovecharlas o no.
Soy positivo con respecto a lo que vaya a suceder allá. Soy joven, tengo entusiasmo por las cosas y creo que voy a alcanzar las metas u objetivos que me proponga. Quizás uno no pueda hacer un proyecto a muy largo plazo porque no se sabe, particularmente en mi caso, por dónde me va a ir llevando la vida. Quizás ese sea el costo de tener una relación que va más allá del océano. Depende de cada uno verlo como una ventaja o no.
Es la primera vez que abandono el nido oficialmente y sé que el cambio va a ser difícil. Dejar la casa en donde me crié toda mi vida, el barrio y sumado a eso el país y la gente que quiero, hace que me sienta un poco extraño. Va a ser raro volver a la Argentina «de vacaciones» y probablemente me sienta un poco fuera de foco y de contexto por los cambios que se van a ir dando y que no podré experimentar al no estar presente.
Voy a extrañar, va a ser algo inevitable aunque no me lo quiera permitir por orgulloso y sé que cualquier rastro de argentinidad será una panacea en momentos de mucha angustia y nostalgia.
Espero... espero tantas cosas. Sólo espero que esta aventura sea positiva y me abra la cabeza a nuevas experiencias, me haga más tolerante y sobre todo más buscavida. Casi nunca tuve la necesidad de resolver problemas. Siempre estuvieron mis padres que desde su posición y rol los solucionaron por mí. Ahora sólo estamos mi mujer y yo y no va a quedar otra opción que empezar a resolver los inconvenientes que se nos vayan presentando y a golpear puertas y ver quiénes realmente nos van a querer ayudar o no.
En otras palabras: que el viaje me haga madurar, sentar cabeza. En el fondo sólo quiero echar raíces de este lado del charco.
Voy a extrañar, va a ser algo inevitable aunque no me lo quiera permitir por orgulloso y sé que cualquier rastro de argentinidad será una panacea en momentos de mucha angustia y nostalgia.
Espero... espero tantas cosas. Sólo espero que esta aventura sea positiva y me abra la cabeza a nuevas experiencias, me haga más tolerante y sobre todo más buscavida. Casi nunca tuve la necesidad de resolver problemas. Siempre estuvieron mis padres que desde su posición y rol los solucionaron por mí. Ahora sólo estamos mi mujer y yo y no va a quedar otra opción que empezar a resolver los inconvenientes que se nos vayan presentando y a golpear puertas y ver quiénes realmente nos van a querer ayudar o no.
En otras palabras: que el viaje me haga madurar, sentar cabeza. En el fondo sólo quiero echar raíces de este lado del charco.
Vamo arriba Fenrir, mucha suerte. Espero que haga buenas entradas a su blog cuando esté allá.
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