Es gracioso como, cuando estás solo, te das cuenta lo «solo» que estás. Esta frase cae en una total redudancia y a esta hora (23.26h) muchos podrían pensar que la escribí después de haberme fumado un porrito. Lamento decirles que estoy más limpio y puro que el agua mineral. Sin embargo, y volviendo al tema principal, es verdad que cuando caés en una situación así te das cuenta que solo, no valés nada.
Mi mujer se fue de viaje por el norte y cuyo de Argentina con su madre y su padrino hace una semana aproximadamente. Volverán el martes. Mientras tanto yo me quedé en Buenos Aires con la excusa de estudiar para mi examen de alemán.
A medida que pasan los días el silencio te ayuda a reflexionar un poco y te hace ver que sin otras personas estás completamente solo.
Estoy con mi madre pero es como si fuéramos dos fantasmas. Yo estoy con mi vida, ella con la suya. Ella busca contacto conmigo, yo lo rechazo. Yo en silencio sufro porque quiero que ella no se sienta sola pero al mismo tiempo me cierro a todo tipo de intercambio de palabras.
Dejando de lado a mi madre, que merece un capítulo (o varios tomos) aparte, la soledad con los días te trae el silencio que necesitás y ahí te das cuenta cúanto extrañás a esas personas que te hacen bien. También caés en cómo aquellos que dicen ser tus amigos te dejan prácticamente abandonado. Te permitís pensar en tus errores, arrepentirte en silencio por sus consecuencias y buscar soluciones que quizás, en mi caso, nunca aplicaré en mi vida. Recordás a quienes ya no están, a quienes están y en cómo estarán en los próximos años. Vislumbrás cómo será tu futuro y si los planes que tenés en tu cabeza se harán realidad. Te apenás al ver que muchos de los mismos se ven truncados por distintas vueltas de la vida.
La soledad y el silencio pueden ser aliados si uno sabe aprovechar su presencia. Pueden ser letales para aquellos que no saben manejarlos. Para mí son un escape a tiempos complicados en donde no sé cómo manejar mi vida. El tema es que en muchas cosas me siento totalmente incapacitado no porque no pueda o no sepa hacerlas o no sepa buscar determinada solución sino que siempre, y más ahora que nunca, las decisiones que debo tomar afectan de alguna manera a personas que estimo mucho. Eso es lo que me bloquea, no soporto que por una decisión personal mía otros tengan que sufrir. Justamente esto es lo que termina haciendo las cosas peor, no solo termina sufriendo el otro sino que yo también lo acompaño en el sentimiento.
Es una lástima que la vida sea una sola. Si bien creo en que hay algo «más allá», no hay ninguna prueba científica que lo avale. Quizás esta unicidad característica de la vida sea la que genere la adrenalina de vivir. Admiro a aquellos que quizás a mi edad ya tienen muchas cosas en su vida «cocinadas» o a aquellos que no bajan sus brazos y persiguen sus sueños a tan corta edad. Yo quiero perseguir los míos y creo que parte de ellos alguna vez los podré alcanzar, sin embargo mi vida por diversas razones es una ruleta y está librada al azar de cómo las cosas se vayan dando. El día en que yo tome las riendas de mi vida, ese día recién las cosas se van a encaminar.
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