Finalmente después de un par de días de ocio empezamos con los trámites burocráticos de este lado del océano. Lo primero que tuvimos que hacer fue registrarnos en Alemania. En alemán el verbo «registrarse» es «anmelden» y obviamente como a toda palabra nueva ya la castellanicé un poco para así hacerla más fácil y también divertida a la vez.

Catedral de Aachen y el Bahkauv
(Monstruo legendario)
De la registración salí un poco sorprendido no sólo por la amabilidad de las dos personas que nos atendieron sino también por la rapidéz y la facilidad del trámite. Con esto no quiero decir que los alemanes sean amargos ni nada por el estilo ya que a medida que los voy conociendo más me adentro en una sociedad que es muy amable y cálida. El tema es que la imagen que siempre nos llega a nosotros es la siguiente: cuadrados, distantes, fríos y quizás muy poco amigables. No solo nos llega esa imagen sino también la del típico traje alemán y los miles de litros de cerveza que «se chupan» al año. Lo de la cerveza quizás tengan razón pero el traje, por ejemplo, sólo pertenece a la región de Bavaria que para variar, no se siente parte del país en sí. Un simil caso Cataluña y el País Vasco en España.

Tuve la suerte de «caer» en una familia atípica ya que al vivir en la frontera entre dos países su vida, con todo lo que ello implica, se divide entre ambos: Bélgica y Alemania. La forma en que hablan no es tan monótona como la del típico alemán estándar. Cantan al hablar. Y la forma en que hacen las cosas tiene mucho de laissez-faire, algo que va muy bien con mi argentinidad que es muy «mañana lo vemos».

Paquete de bienvenida
Retomando el tema de la registración. Algo tonto pero que realmente me hizo sentir en el «primer mundo» fue el paquete de bienvenida que nos dieron a mi mujer y a mí por registrar nuestro domicilio en la ciudad. Vouchers con descuentos, una guía de la ciudad e información útil para el nuevo vecino fueron cosas que se incluían en el sobre. Es pavo y quizás también un poco frívolo pero se nota que acá el gobierno «cuida» y se interesa de alguna manera en las personas y en la familia como institución. También nos dijeron que nos van a enviar en los próximos diás una pequeña placa con nuestros apellidos para poner en el buzón de nuestro departamento (que todavía no tenemos). No desmerezco a Buenos Aires por esto ya que para mí no habrá lugar en el mundo como mi ciudad natal, simplemente te hace ver un poco más el abismo cultural y mental que existe entre ambos países. 

Aún no estamos mudados ni oficial ni definitivamente y este paso fue sólo burocrático para así poder aplicar al permiso de residencia temporario. Probablemente terminemos en otra ciudad, dependiendo de los estudios de mi mujer, y nos tengamos que registrar de nuevo y recibamos otro Willkommenpaket de alguna ciudad vecina.

Bosque en Raeren (Bélgica)
Todavía no tuve tiempo de pensar realmente en casa ya que ando con mil cosas en la cabeza pero creo que cuando me estabilice un poco más ya me va a venir el bajón.

Las cosas son muy tranquilas por acá y me gusta, increíblemente, el hecho de estar más en contacto con la naturaleza. Por el momento vivimos en un pueblo en la región germanófona de Bélgica y obviamente la vida es muy distinta a la que se lleva en la ciudad cruzando la frontera en Alemania. Creo que se gana mucho en calidad de vida viviendo en el campo. Hay mucho verde, hay arroyos en donde el agua se puede tomar sin ningún problema, los árboles despiden un aroma riquísimo y no hay ruidos tan sofocantes como en la ciudad. Los chicos pueden jugar al aire libre y no necesariamente tienen que estar sentados frente a un televisor jugando videojuegos para poder divertirse. Argentina también tiene todo esto. El tema es que si uno quiere mudarse al interior del país para vivir en este tipo de ambiente se ve un poco limitado profesionalmente en algunos casos. Lamentablemente no todos tenemos «profesiones universales» en donde siempre va a haber demanda de servicios. Cito por ejemplo a los médicos, maestros, abogados, albañiles, etc. Sí, obviamente es cuestión de cada uno reinventarse de algún modo para «encajar» en el contexto pero a veces cuesta no porque no sea posible sino porque uno no quiere hacer algo distinto a lo que realmente quiere hacer.

En fin, las cosas acá son distintas. Esa es la palabra correcta para describir lo que estoy viviendo. No es ni más ni menos, es distinto y creo que depende de cada uno apreciar o no a las cosas que vive y que son nuevas.

2 comentarios:

  1. Impecable entrada a tu blog. Mucha suerte!

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  2. Tal vez te siga, tal vez arranque mi propio blog, porque en poco más de un mes emprendo el mismo viaje que vos hacia el mismo país... y casado con una alemana también.
    Un abrazo, te sigo leyendo

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