Dentro de un par de días se van a cumplir dos meses de mi llegada al viejo continente y no me canso de sorprender por lo rápido que pasa el tiempo. Lejos está en mi mente el último día en Buenos Aires y ese afectuoso, verdadero pero triste abrazo de despedida con mi mamá.

Interior de la nave central de la Catedral de Aachen
De a poco las cosas van tomando color. En menos de dos semanas comienzo con mi curso de alemán. Mis sentimientos al respecto son un poco ambivalentes. Por un lado quiero empezar el curso para así estar ocupado y dedicarle tiempo a algo. También la presión de mejorar el idioma por cuestiones laborales y monetarias entran en juego. Sin embargo por el otro tengo muy pocas ganas de congeniar con gente nueva, no obstante estoy ansioso por saber si en mi curso habrá gente de España o algún país latinoamericano para así tener tocayos de idioma. Sí, lo sé, me merezco el título de «gata flora»* porque no sé lo que realmente quiero. 

Mi problema siempre es el mismo: empezar la primera vez. Empezar un vínculo, empezar un curso, salir de casa para ir a tal lugar, etc. Es ese envión que a mucha gente le sale muy fácilmente lo que me falta. Lo mismo sucede con este blog. Por un lado estoy súper contento que aún después de tantos meses siga escribiendo, por el otro no logro encontrar la voluntad para sentarme frente a la computadora y escribir. Y eso que me había propuesto darlo más a conocer a medida que iba escribiendo.

Querido seguidor público o anónimo, si este blog te parece interesante ¡no te pongas triste porque no lo voy a cerrar! ¡Palabra de bloguero! **se pone el dedo índice de la mano derecha en los labios y, haciendo referencia a su promesa, gesticula una cruz y realiza un sonido como el que se hace al besar**

La vida acá es muy diferente a la que llevaba en Buenos Aires. Las cosas se manejan de una forma distinta. Me da la sensación, y de a poco la voy confirmando, que se tiene que llevar una vida más organizada y no tan «al voleo» como la porteña. Si habré salido a las 20 hs o incluso 21 hs a sacar fotocopias o a comprar alguna que otra verdura en la verdulería. Si hago un «copy and paste» de esa vida porteña en el contexto actual donde vivo es más que seguro que me quede sin fotocopias y sin verduras. Quizás sea pavo expresarlo con un ejemplo tan burdo pero son pequeñeces a las cuales uno estaba acostumbrado, por vivir en una metrópolis y por provenir de una cultura distinta, y que acá no son así. Sí, efectivamente algunas veces choca pero probablemente será otra cosa más a la cual me terminaré acostumbrando y que consideraré como parte normal de mi vida.

Cambiando de tema, como primera «gran inversión» para nuestro «futuro departamento» (que por ahora sólo lo veo en sueños) decidimos comprar un ropero. Luego de dos semanas de espera fuimos a retirar las piezas para así traerlo a la casa y armarlo. Tanta «yeta»* tenemos encima que de la cuantiosa cantidad de piezas una vino fallada y para colmo era una pared. Léase: no se puede armar. Llamada al local de por medio, nos dieron un tiempo estimado de tres semanas para que vinieran a cambiar la pieza. Aún seguimos esperando. Mientras tanto la habitación se asemeja a la morada de un gitano a punto de emigrar. Para variar, mi mujer aún usando como ropero las valijas del viaje. No veo la hora de que llegue el momento en que cansado del trabajo, vuelva a casa y me siente en mi sillón sin tener que preocuparme por cosas como estas o porque mi casa sea un desastre o esté patas p'arriba. Es muy mundano lo que acabo de escribir pero teniendo en cuenta que hace más de un año que mi vida se resume entre cuatro paredes que no sólo hacían/hacen de habitación sino también de comedor, lugar de silencio, diversión y estudio, y que desde siempre viví en una casa en donde los términos «limpieza» y «orden» parecieron tener dudosas interpretaciones, me permito humildemente justificar este pequeño esnobismo.
El Atomium

Tanto me quejaba que me sentía acorralado en este pueblo que al final hicimos turismo. Volver a Bruselas y verla, primero con sol y segundo en verano fue muy raro pero gratificante. Volver a tomar un subte y sentir el ajetreo metropolitano me hizo volver por un instante a Buenos Aires. Una materia pendiente era visitar el Atomium. De afuera la estructura metálica es impresionante sin embargo el precio de la entrada no justifica la vista que se puede ver desde arriba (en la bola más alta donde flamea la bandera belga). Como hacía tanto calor y era una excursión en el día no pudimos ver tantas cosas en la ciudad como lo hubiese querido pero como dice el refrán «la tercera es la vencida» así que espero volver en algún momento. 
La nostalgia se paga caro

Aprovechando que estábamos en la ciudad compré dulce de leche, tapas de empanadas y unos bizcochitos agridulces. Si comparo los precios con lo que se paga en casa es como para llorar pero bueno, alrededor de 18  fue lo que me costó la nostalgia gastronómica por mi patria: 4,50 € cada paquete de 16 tapas, 6,90 € 1 kg de dulce de leche y 1,60 € el paquete de bizcochitos. A la hora de hacer las empanadas la masa fue imposible de manipular y más que empanadas criollas parecían venidas del espacio exterior, sin embargo una vez horneadas ¡salieron buenísimas! Como yapa: a mi mujer le salieron mejor que a mí.

Y es así como va pasando el tiempo. Descubriendo cosas nuevas día a día, mirando hacia adelante y caminando por el sendero de la vida.

Boys Of Summer by The Ataris on Grooveshark

* En Argentina se le dice gata flora a una persona indecisa o inconforme.
Yeta en Argentina significa mala suerte. Ser yeta significa que una persona trae mala suerte.

2 comentarios:

  1. Dami: es logico lo que te pasa, es un tiempo sé fuerte y lucha, todo pasa disfruta el tiempo aunque te cueste, no todos tienen esta oportunidad lucha junto con Celina, el espacio, el desorden es algo pasajero, usen cajas y ordenen pensa que aqui tambien a todos nos paso, yo llegue a guardar libros en una heladera vieja hasta poder mudarme, escribi mucho aunque sea en un papel para sentirte mejor, trata de charlar camina, estudia mucho aleman, en fin ya te vas a organizar.Busca en internet argentinos que esten en ese lugar, en fin lucha ale. besos y saludos concepcion

    ResponderEliminar
  2. Es un mundo distinto, un universo paralelo, no tengas dudas: no lo compares, vivilo. Yo he llegado a cenar a las 6 y poco de la tarde en Alemania. Pero por otro lado tiene, muchas, cosas copadas como sociedad organizada, nos llevan años luz.
    Pasalo bien, buscate ocupaciones, y ponele el pecho al mundo, salí a mojarle la oreja.

    ResponderEliminar